De lunes a viernes.
De agosto a septiembre (6 semanas).
Después de todo esto se acabo el curso. ¿Resultado? pues ningún conocimiento nuevo, horas y horas de mirar al infinito en clase y muchas botellas de agua consumidas y/o lanzadas.
Lo único positivo: la gente con la que he compartido este suplicio, a los que a la mayoría no volveré a ver hasta dentro de un año siendo optimistas.
Ahora ya solo queda prepararse y volar...